Lunes 26 de marzo
Ciudad de México
José Alfredo Otero
ADN Magallanero
Desde que me especialicé en periodismo deportivo considero que se debe escribir de lo que se ha visto, vivido y recuerda, con permiso y mucho respeto de los historiadores y para la historia, de igual forma llegué a la conclusión de que esa es la mejor forma de escribir y hacer historia en un chat con mi pana de crianza e infancia y también magallanero Carlos Enrique Weffe.
De los Navegantes del Magallanes, he visto, vivido y recuerdo desde los 80, específicamente desde los 2 jonrones en un mismo acta de Mark Funderburk, en el 85 ante el eterno rival y en su cueva el estadio Universitario, hace casi 33 años y son 33 años, buen número la edad de Cristo.
De igual manera la burla de los panas en el colegio 7 Estrellas, en especial de Miguel Melgar y Ernesto Maita, ambos peruanos-venezolanos, además, de amantes del fútbol y de la selección de Perú, y de los Tiburones de La Guaira, imagino y supongo inspirado por alguno de sus padres, por el último campeonato de los escualos o simplemente por ir en contra de la corriente y la marea y no ser de los turcos ni de su acérrimo rival. Porque desde el 93, los compañeros del archirrival, ya en el liceo no tenían muchos motivos para chalequear especialmente en enero y febrero del 94 y que escribir de los mismos meses, pero del 97, salvo hasta enero del 95 y del 98.
También de las eliminaciones en round robin hasta el de la campaña 91-92 de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional (LVBP), las lagrimas de Edgar “El Primo” Naveda, después de ser barridos por las Águilas del Zulia en la final de la temporada 92-93.
Hasta que gracias a Dios llegó la etapa decisiva de la zafra 93-94 y aparecieron Donne Wall, Eddy Díaz, Jason Grismley, Jhon Hudek, Juan Carlos Pulido, Melvin Mora, Carlos García, Andrés Espinoza y de nuevo Jason, entre otros, para darnos a los magallaneros nacidos desde 1980, la gran alegría de un campeonato, cuando todo parecía que el chalequeo en mi caso en el primer año de bachillerato iba a ser del tamaño del Ávila al día siguiente.
Ese año rindió su primer fruto en cuanto a títulos el acuerdo de trabajo firmado entre el navegante y los Astros de Houston en el 91, el que además, de jugadores de los siderales, permitió traer managers y coach de dicha organización, como el de pitcheo Jim Hickey, quien según Roberto Espinoza, fue el responsable de los lanzadores bucaneros en la primera cortada de melena en el 94, mientras el “Slugger”, lo era en el bullpen.
A Jim, no lo recuerdo en la 93-94, pero sí en la 95-96, cuando volvió a ser el encargado exitosamente de los pitchers filibusteros esa vez con más talento criollo que extranjero, que las lesiones y los permisos no le permitieron dos años antes con Ramón García y Juan Francisco Castillo, pero sí con Pulido, quien repitió junto con Wall, quien lo hizo sorpresivamente nada más hasta el primero de la final del 96. Aunque eso condujo a Hickey junto con Tim Tolman, quien también abandonó el barco junto con Wall, a anunciar y colocar a Castillo, para el segundo de la serie lo que fue clave y fundamental no sólo en ese juego sino también en el sexto, como Pulido en el séptimo.
Para la 96-97, el convenio con los Astros naufragó, al igual que Tolman en su cargo y por ende Hickey, los marinos decidieron navegar con los Mets de Nueva York y el manager John Tamargo y el coach de lanzadores Rick Waits (como me respondieron los colegas magallaneros «Agua Regia», y el tocayo José Ángel Chirino), quien no esperó mucho, para ser responsable de la que considero la mejor rotación de los piratas en finales que he visto con García, Castillo, Pulido y Edgar Ramos, mientras Espinoza seguía esperando su chance en el bullpen.
La sacudida en los Navegantes para la 98-99, arrancó en pleno todas contra todos con la bajada del buque de Tamargo, la tormenta duró poco hasta la 99-2000, cuando arribó al Magallanes, nada menos que Phil Regan, quien si bien perdió dos finales consecutivas (99-2000 y 2000-2001), en la tercera seguida (2001-2002) no falló y su coach de pitcheo, fue Espinoza, con Rubén Quevedo y Johan Santana, como ases de la rotación.
El mismo, quien 10 años luego en 2012, regresó a los turcos por orden de Luis Sojo, para enrumbar a la rotación eléctrica encabezada Carlos Zambrano y Gustavo Chacín, para darle al navegante su título 11, tras 11 años de sequía. Lo mismo hizo al año siguiente con el Toro como as como en 2013. Y parecía encaminado a repetir en 2015, pero un contrato en Asia se lo impidió, con permiso y mucho respeto para Caribes de Anzóategui y su fanaticada sin desmeritar, se dice que si Espinoza, hubiese sido el coach de pitcheo en esa final otra quizás hubiese sido la historia.
Hasta ahora Espinoza es el coach de pitcheo de los últimos tres campeonatos de los bucaneros y el único venezolano, al igual que en el único de los Toros de Tijuana en la Liga Mexicana de Béisbol, donde llegó en junio de 2016, imagino y supongo que también por pedido de Sojo, aunque terminó en el staff de Pedro Meré, donde han sido exitosos desde entonces.
A pesar de eso el “Slugger”, sorpresivamente fue sacado de los marinos sin ni siquiera un mensaje de Whatsapp de la directiva, gerencia y presidencia de los Navegantes, la cual al parecer es práctica común del Magallanes, al menos con los hermanos Espinoza. Y de igual forma con Henderson Álvarez en la LMB, al mejor estilo de Quevedo, Santana, Zambrano y Chacín.
En mis recuerdos también están en los campeonatos ganados por los turcos entre el 94 y 2014, fue a base de jerarquía, la cual parece ha desaparecido en los eléctricos al igual que lo hecho por algunos de los que han contribuido en escritos éxitos como el señor Roberto, entre otros, como hace de más de 20 años, salvo los contados casos de Melvin Mora y Richard Hidalgo, hasta ahora.
Espero sólo pasen cuatro campañas como de la 96-97 a la 2001-2002, para el campeonato 13 del navegante y que sea con un manager criollo en toda la temporada y no los 11 años de 2002 a 2013, ni menos los 15 años del 79 al 94.
Porque si Espinoza, hace lo mismo o más con otro equipo en Venezuela que con los bucaneros, va a ser otro naufragio de la directiva filibustera que lamentaremos, pagaremos y sufriremos los magallaneros, aunque esperando sin duda el éxito de los marinos con el campeonato de la 2018-2019, de la mano de Omar Malavé y su cuerpo técnico y en especial de Stu Cliburn, para que emule a sus paisanos Hickey y Waits.