Lunes 30 de octubre de 2017
Ciudad de México
José Alfredo Otero
ADN Magallanero
Haciendo memoria y tratando asociar un recuerdo que haya vivido personalmente, con Luis Raven, para escribir al respecto, no me venía ninguno a la cabeza, hasta que por casualidad un día antes del centenario de los Navegantes del Magallanes, revisando la primera guía de medios de los turcos, la de la campaña 94-95, para tomar una foto a la imagen firmada por Carlos García, para compartirla por la redes sociales, me encontré, con una foto también firmada por el toletero originario de La Guaira y quien arribó a los turcos, procedente del eterno rival en compra justo antes de arrancar la temporada 93-94, en la cual no sólo se convirtió en el jardinero izquierdo titular del manager Tim Tolman, sino que a la postre fue novato del año, colíder en jonrones con siete, segundo en la elección al jugador más valioso y por último, pero no menos importante, en estrella, figura y pieza fundamental del navegante tanto en el campeonato de esa zafra, como en el bicampeonato 95-97, para un total de tres títulos en cuatro años.
La firma de la imagen la hizo Luis, antes de un juego versus los Tiburones, en el dogout de tercera base del estadio Universitario, desde ver la misma vienen flashes a mi mente como los de la dificultad de Raven, para batear los envíos lentos y afuera, lo cual aprovecharon las Águilas del Zulia, en Maracaibo, en el round robin de la 93-94, pero también su actuación en la final de esa campaña, en especial su jonrón por el jardín central en el segundo juego de la misma que hubiese significado el empate a cuatro en la baja del noveno de no haber sido el Almirante decretado out en jugada cerrada en el turno antes, tras un machucón por tercera, que le costó la expulsión, tras el reclamo y el lanzamiento de una botella desde las tribunas al árbitro Fidel García.
También recuerdo el puntapié que le dio en el LF a un batazo atrasado de Roger Cedeño, en el quinto partido de la primera final entre los eternos rivales, para que fuese decretado doble por regla y no jonrón de pierna, como pretendió Phil Regan, igual la confusión, con Eddy Díaz, en un elevado que cayó en ese mismo juego, donde Díaz inmediatamente mostró su disgustó hacia el LF, a veces sí hay quinto malo, que escribir del deslizamiento en home, para romper el empate a tres, tras un wild pitch del zurdo José Centeno, donde Roberto Musulungo Herrera, decretó quieto y hubiese sido suficiente, para volver ser campeones, después de 15 años de sequía, en especial como estaba lanzando esa noche el estadounidense y derecho Jason Grismley, quien fue un terror para los caraquistas tal cual como la película que lleva su nombre.
De igual forma el HR de Luis en el quinto de la inolvidable final 95-96, tanto para los magallaneros como para los cardenaleros, donde el quinto no fue malo, también el doble atrasado hacia el jardín derecho en el primer acto del séptimo de esa instancia, para empujar a Melvin Mora, desde primera base, con la de abrir la pizarra y comenzar a encaminar el triunfo, la blanqueada y el campeonato, con la remontada más espectacular de los eléctricos, la cual me hizo, ha hecho y hacer creer que el navegante puede salir a flote ante cualquier tormenta por más dura que luzca.
Como olvidar su cuadrangular en el segundo juego de la final 96-97, también segunda ante el eterno rival y sus batazos durante la misma, especialmente el doble en el quinto partido y su seña de celebración al llegar a la intermedia.
Tampoco puedo olvidar su sorprendente cambio al Pastora de los Llanos, por Alex Londoño, Emerson Bello y Carlos Barboza, de cara a la temporada 98-99, como parte de la movida en el barco, que también bajo nada más y nada menos a Carlos García y Álvaro Espinoza. También su regreso a bordo en la 2005-2006 y su HR como emergente ante el siniestro Kevin Tollar, emergiendo por Tomás Pérez, en Maracay, por el jardín central, para empatar a seis el partido, que a la postre ganarían los filibusteros y que gracias a Dios, el antiguo apartamento de mi tío Jaime, tenía rejas en el balcón, porque si no creo que mi primo José Hilario y yo, nos hubiésemos ido por el mismo y caído en el estacionamiento del Central Madeirense, donde ni siquiera hubiese vivido mejor por menos y Mariana, quedado viuda prematuramente.
También su número 18, herencia que quizá inconscientemente le dejó a Mario Lissón, quien tal vez inconscientemente también ha seguido sus batazos con los marinos, incluso como novato y cuando no estaba con los piratas, lo cual en su momento, nos llevó a escribir del 18 de Luis Raven al 18 de Mario Lissón, para nuestra alma mater en la LVBP los Eternos Rivales www.loseternosrivales.com, del cual siempre estaré agradecido y seré parte al igual que El Puerto Magallanero.
http://www.loseternosrivales.com/del-18-de-luis-raven-al-18-de-mario-lisson/
Y escribiendo de puertos, Luis cambió el de La Guiara por el de Margarita, donde siempre visita a la nave de sus amores, a pesar de los problemas de salud que lo han aquejado en los últimos años desde 2014.
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